En el año en que inicié la docencia, el uso de las computadoras estaba regido exclusivamente para los cuadros de notas con los que llevábamos el control de la evolución de nuestros alumnos, y éstos se llenaban únicamente una vez al año, al final, para presentarlos en la Departamental.
Recuerdo que nos reunían a todos los docentes en el salón de computación, nos decían cómo encender las máquinas, nos daban todas las instrucciones para ingresar al programa a utilizar y ya solo teníamos que ingresar las notas que habíamos llevado durante el año a mano, para completar los cuadros. Y eso era todo, un seguimiento sistemático de instrucciones, en el que no había margen de error.
Cuando tuve la oportunidad de ingresar a trabajar como docente del Colegio Americano del Sur mi vida tecnológica dio un cambio radical… simplemente llegó como un boom! Aunque mi primer grupo fueron niños de 7 y 8 años, ellos sabían más de computadoras que yo, y para colmo, yo ingresé al puesto en agosto, para cubrir a la maestra que había estado con ellos desde enero, y quien había incluido desde entonces el uso de programas, juegos y actividades en computadora en todas sus clases. Pueden imaginarse ustedes el impacto que esto fue para mí.
En una super-mega-flash inducción al puesto, se me indicaron las páginas preferidas por mis estudiantes, sus videos favoritos, el programa de lectura en computadora que estaban llevando, el calendario que veían todos los días (en la compu, por supuesto), que incluía preguntas y juegos para niños, etc., etc., etc. Y todo esto lo tuve que aprender en UN SOLO DÍA!! Yo, que ni siquiera sabía cómo encender la computadora, ni mucho menos tenía un mail, o alguna cuenta en google, me veía obligada a hacer de la tecnología una de las herramientas más importantes para mis clases en un abrir y cerrar de ojos.
La primera semana fue catastrófica! Mis alumnos tenían que darme las instrucciones para encontrar todo. Ellos simplemente sabían más que yo en este aspecto, y, por supuesto, se dieron cuenta inmediatamente. Así es que no tuve más remedio que aprender a la brava, apuntando paso a paso cada botón que presionaba, cometiendo error tras error, y siendo la burla de los pequeños que, en lugar de ayudar, más me confundían.
Los tres meses de sufrimiento terminaron al fin, y durante mis vacaciones me auto-eduqué para aprender más sobre el manejo de los programas, el uso de internet, de you-tube, etc.
El año siguiente fue un poco más fácil, aunque mis alumnos eran más grandes (Grado 5), y utilizaban mucho mejor que yo todas las herramientas tecnológicas que les presentaba.
Al iniciar mi trabajo como Coordinadora, volví a sentir ese vuelco en el corazón. Mi jefe era Ingeniero en Sistemas, y obviamente TODO lo trabajaba en Excel. Yo, que ya le había tomado todo el amor del mundo al Word, ahora tenía que aprender sobre fórmulas, cuadros, estadísticas, gráficas y hasta para hacer una ingrata carta tenía que usar el Excel. Era de muerte!
Pero poco a poco, y con el apoyo de mi esposo, fui saliendo del paso. Al principio solo copiaba las fórmulas que ya estaban hechas, y aunque tuviera que cambiar todo el formato, las fórmulas quedaban igual, hasta que aprendí a hacerlas yo sola. Aprendí a presupuestar, a cambiar datos de una hoja a otra, a realizar estadísticas estudiantiles con gráficas de barras o de pastel, etc.
Fue tan grande el impacto que el Excel tuvo en mi vida, que simplemente me enamoré de este programa.
Pero no contaba con el internet, y la introducción del Facebook! Todos los docentes a mi cargo tenían cuenta de FB, y la utilizaban todo el tiempo. También tenían mega teléfonos (Blackberries), y yo con mi frijolito que no tomaba ni fotos. Me vi obligada a abrir una cuenta de FB, lo que obviamente no sabía hacer, así es que le pedí a una de mis maestras que la abriera por mí. Para no entrar en detalles, la cuenta ni siquiera estaba bajo mi nombre correcto y todas mis felicitaciones de cumpleaños me llegaban con dos días de anticipación, porque ni siquiera la fecha exacta utilizó. Pero la cuenta me servía para que ellos me enviaran todas las fotos que tomaban con sus teléfonos en sus clases, las cuales yo tenía que tener para elaborar mi reporte de actividades mensual.
Con el paso del tiempo, y con el apoyo de mis hijos,mi esposo, mis docentes y hasta mis alumnos, he logrado hacer de la tecnología una parte imprescindible en mi vida. Gracias a ella, tengo comunicación directa e inmediata con mis docentes, me entero de todos los detalles de sus clases al instante, tomo decisiones y doy instrucciones por medio de los chats, tengo acceso a mi correo estando en mi cama, y hasta juego en mi teléfono, porque ahora ya tengo un Iphone, jaja.
Considero que la tecnología es una excelente herramienta de trabajo, y puede utilizarse en todos los aspectos de la educación, tanto para enseñar como para aprender. Solo es cuestión de saber utilizarla, y hacerlo bien.
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